Según cuentan en el Science Daily, las máquinas tragaperras tienen música desde 1900 y en la actualidad algunas incluyen más de 400 efectos de sonido. Cuando el jugador pierde, se callan como meretrices. Cuando gana, aunque sean diez céntimos después de apostar un euro, la máquina lo celebra por todo lo alto. Dixon y sus ayudantes comprobaron que el cerebro humano no es inmune a estas manifestaciones musicales de júbilo.
La conclusión final del estudio es que «aunque los sonidos puede contribuir al placer que proporciona el juego, el sonido también conduce a sobrevalorar las ganancias. Ambos efectos de la música combinados pueden causar problemas de ludopatía, engaños sobre las posibilidades reales de ganar y aumentar la “persistencia” que algunos jugadores experimentan ante las máquinas tragaperras».
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'Escuelas de Padres'
Desde el año 1999, el Ayuntamiento de Huelva organiza estas jornadas destinadas a padres y madres de Huelva, en las que más de 3.000 familias onubenses han recibido formación sobre las estrategias y pautas a seguir en la educación de sus hijos.
Como ha recordado hoy Pedro Rodríguez, la familia posee un potencial preventivo insustituible. En los últimos años, se ha notado un incremento de la sensibilización ciudadana en este sentido, con padres conscientes de la importancia de su papel como mediadores de salud. El objetivo del Ayuntamiento de Huelva es facilitar a las familias habilidades adecuadas para relacionarse con sus hijos, modificando y mejorando la gestión familiar para reducir factores de riesgo incrementando los factores de protección.
Para ello, la formación se orienta al desarrollo de competencias como la comunicación, la reducción de conflictos y mejora de las relaciones intrafamiliares, el establecimiento de normas y límites, estilos educativos, la posición familiar ante el tabaco, el alcohol y otras drogas o la resolución de problemas, la supervisión o las sanciones.
Se trata de sensibilizar y formar a los padres y madres sobre el papel que desempeña la familia en la prevención y de facilitar a los padres herramientas adecuadas para relacionarse con sus hijos de forma preventiva, sin limitarse a informar, sino a formarlos en conocimientos, destrezas y pautas educativas prácticas y concretas de fácil aplicación en casa que apoyen y optimicen su tarea educativa.
Para la organización de estas escuelas, el Ayuntamiento de Huelva cuenta con la implicación de numerosos colectivos, principalmente las Aampas de todos los colegios onubenses, pero también centros sociales, centros de salud, asociaciones de vecinos y ONGs, además de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos ‘Juan Ramón Jiménez’ y la Federación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos y Familias, encargados de difundir la actividad en sus grupos de referencia, así como de atender las solicitudes, informar y motivar a los padres y madres de Huelva. En este sentido destaca la participación del Club de Pensionistas Lazareto, que pone de manifiesto el protagonismo de los abuelos en la educación actual.
Los primeros días fueron muy difíciles porque había adquirido un gran hábito, como un tic, de estar dando constantemente con el dedo al teléfono para que se encendiera la pantalla y ver cuantos mensajes tenía de sus seguidores. «Al principio, la mano se te va casi sola, sin pensarlo, al bolsillo del pantalón o la chaqueta para coger el móvil, y tienes que hacer un gran esfuerzo por no caer en la tentación. Se hace cuesta arriba, pero es posible superarlo».
Los fumadores, cuando llevan poco tiempo sin fumar, recuperan el olfato. «Yo recuperé en muy poco tiempo una sensación de paz mental increíble». Reconoce que hasta entonces su vida estaba dominada por las redes sociales. Todo circulaba entorno a ellas.
«En mi trabajo no me podía concentrar. Tenía interrupciones cada dos por tres por estar atento a los mensajes de wassap, facebbok... y me entretenía respondiendo, buscando mensajes o imágenes originales para enviar a mis 6.000 seguidores. Hacer todo eso, alimentar las redes sociales, lleva mucho tiempo. Es como un trabajo con plena dedicación. Lo único que no pagan por ello —dice en una amplia carcajada—. Antes, cuando terminaba la jornada de trabajo tenía la sensación de no haber parado un minuto y, sin embargo, me había cundido poco. Sentía un desgaste de cerebro y gran caos en la cabeza. Ahora logro concentrarme mucho mejor».
Alejarse de las redes sociales también le ha permitido relacionarse mejor con las personas de su alrededor, cara a cara, sin una pantalla entre medias. «Con mi propia familia he cenado tranquilo, con el móvil apagado, hemos hablado más que antes y nos hemos mirado más a los ojos. A las reuniones de trabajo ya no me llevo el teléfono y el resto de trabajadores lo deja en modo avión, con lo que hemos evitado muchas distraciones. Hay personas, y muchos jóvenes, que dicen que son "multitarea". Eso no es cierto. Es imposible hacer muchas cosas al mismo tiempo porque se ha demostrado en muchos estudios que nuestro cerebro no está preparado para estar cambiando constantemente de tarea y ser productivo. Quizá lo esté en futuras generaciones con el trote que le estamos dando actualmente al cerebro, pero ahora no».
Gustavo Entrala comenta que cuando va a cenar le resulta habitual ver a sus amigos pendientes del móvil y si le suena a alguno sienten la urgencia de atenderlo y dejar con la conversación en la boca a quien precisamente tiene enfrente. Por este motivo, ahora cuando queda con ellos han llegado a un acuerdo: el primero que mire el móvil paga la cena. «Es la mejor manera de disfrutar de las personas con las que se queda», dice sonriente.
Recomienda que cada persona analice el uso que hace de las redes sociales y el tiempo que pasa alimentándolas. Tanto los padres como hijos deben pensar que son adictos si:
—Siente angustia si se olvida el teléfono en casa.
—Mira contantemente el móvil esperando ver mensajes de sus seguidores.
—Deja de estudiar o trabajar para dedicarse a responder mensajes.
—Sufre malestar si está en un lugar sin cobertura.
—Padece gran inquietud si le queda poca batería, y más aún si no tiene a mano un cargador.
—Si dice algo como: «no sé quién me dijo que...», sin recordar el nombre ni en que situación. Esto es resultado de una saturación de mensajes y conversaciones con seguidores y de un volumen de información es excesiva.
—Si siente que está invirtiendo más tiempo en una vida que es irreal, más que en la verdadera vida real de las relaciones con las personas que están a nuestro lado.
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