Las diferencias de consumo entre mujeres y hombres son notables. Entre los policonsumidores, la cocaína es la droga más consumida, por el 30% de ellos frente al 29% de mujeres. Los hombres señalan la heroína como segunda sustancia principal (20%) mientras que ellas suele elegir como sustancia prioritaria el alcohol, el 30% frente al 19% de los hombres. Le sigue muy de cerca la cocaína, que tiene por sustancia principal el 29% de mujeres.
Para realizar este informe denominado «Perfil de las adicciones en 2021» se ha contado con la ayuda de 95 organizaciones y la información total de las 38.313 personas que atendieron el año pasado. Según Luciano Poyato, presidente de UNAD, «este estudio, además de proporcionarnos cifras, nos permite conocer en qué situación se encuentran las personas con adicciones y qué factores acompañan a los consumos». Además, Poyato quiso subrayar durante la presentación del informe que cuatro de cada cinco personas que demandan tratamiento por sus adicciones son hombres, «lo que estigmatiza la situación de la mujer con adicciones que no llega a estos servicios por un sentimiento de culpa o vergüenza a reconocer estos consumos, sentimientos que no aparecen en los varones».
Según Poyato, «a la mujer tradicionalmente se le ha asignado un rol de cuidados y cuando necesita ser atendida tiene muchas dificultades para romper con ese rol y ponerse en tratamiento». Y es que si se analizan los datos de este estudio, los servicios asistenciales por problemas de drogadicción han sido principalmente utilizados por ellos. En concreto, el 80% de los pacientes son hombres. Tan solo el servicio de atención a familiares ha sido utilizado mayoritariamente por mujeres.
En cuanto a la distribución geográfica de las atenciones, Cataluña aparece, una vez más, como la comunidad con más personas ayudado, 10.238. Canarias se sitúa en segunda posición con 4.796 personas atendidas, Madrid, con 4.499, y Andalucía, con 3.919. Donde menos atenciones se realizaron fue en Navarra, 104, La Rioja, 306, y Castilla-La Mancha, 317.
El 68% de las personas atendidas por primera vez en la red UNAD fue policonsumidora. Entre las mujeres, el policonsumo es inferior, con un 58%, frente al 70% entre los hombres.
En el caso del monoconsumo, la cocaína es la sustancia más consumida, con un 40% de los casos totales; entre los hombres con un 33% frente al 23% en mujeres. Entre las féminas consumidoras, el alcohol es superior al de la cocaína con un 36% y en el caso de los hombres un 26%.
Un dato relevante es también el caso de los menores de edad. Según este informe, este colectivo representa el 2% de las personas apoyadas por esta red y los adultos más jóvenes, entre 18 y 33 años, el 27%. Un 21% corresponde a mayores de 50. «Si las personas mayores están invisibilizadas, las mayores con adicciones lo están todavía más», apuntó el presidente de UNAD.
Muy interesante es también el análisis que se realiza sobre las adicciones sin sustancia, un problema creciente entre los más jóvenes. Se trata del mundo de las apuestas, sobre todo deportivas, cuyos locales han proliferado en los últimos años. Según el estudio, en relación a los hombres, el tramo de edad más común es de 34 a 41 años y su nivel de educación máximo es la secundaria obligatoria. El 44% tiene empleo y el 27% está desempleado. Sobre su adicción principal, fundamentalmente son las máquinas tragaperras (43%) y máquinas de apuestas deportivas. La adicción más popular online son las apuestas deportivas (55%) y los videojuegos.
En el caso de ellas, el tramo de edad más común es el de 42 a 49 años, el 34% esta desempleada y su principal adicción es el bingo, tanto de forma presencial (90%) como online, 38%, y las compras compulsivas (32%).
«Alrededor de una adicción hay todo un entorno que también acusa la existencia del problema y son muchas las dudas a la hora de gestionar la presencia de una adicción en el seno familiar», expuso durante la presentación el informe Felisa Pérez, vicepresidenta de UNAD, que atendió en 2021 a más de 8.500 familiares de personas con adicciones, de manera que dos de cada tres son mujeres y, por lo general, madres.
El 42% de las personas atendidas por la red UNAD tienen un largo historial de consumo, más de 11 años. Entre los hombres este dato es superior, 44%, frente al 36% de las mujeres. Entre ellas destaca el 30% que comenzó entre 6 y 10 años atrás y un 26% lleva consumiendo entre 2 y 5. Estos casos son menos representativos entre ellos: el 27% de hombres consume desde hace 6 a 10 años y el 22% comenzó de 2 a 5 años atrás. Sobre aquellos que pidieron ayuda por primera vez, siete de cada diez fueron hombres y la sustancia más
consumida fue la cocaína, el 30%. La segunda sustancia más consumida es el cannabis y la edad de inicio al consumo está entre los 14 y 17 años, al igual que en el caso de ellas. Más de la mitad de las mujeres atendidas por primera vez, el 58%, son policonsumidoras con el alcohol como principal sustancia adictiva.
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Según explican los hechos probados, su sucursal mantenía las cuentas de algunos clientes a los que le unía una especial confianza. "Varios de ellos eran de avanzada edad y escasa formación", dice la resolución. El empleado consideró que estos dos factores —la confianza y la edad— favorecerían sus intenciones y que lograría ocultar a estos clientes las disposiciones del dinero que tenían depositado en la entidad crediticia. Fue sustrayendo pequeñas cantidades cada vez para evitar sospechas, simulando para ello su firma o incluso realizando un simple garabato que justificara el apunte contable. "Con estos importes satisfacía su adicción a juegos de azar, que le producía una minoración de su voluntad", asegura la sentencia.
"Cuando le preguntaban por su cartilla, inventaba pretextos para no entregarla. Una de las víctimas dijo en el juicio que le tenía "retenida" la cartilla y otro explicó que le prometía enviarle los justificantes y datos y nunca lo hacía. Otros dos declararon que no se dieron cuenta de la falta del dinero hasta que les llamó la Guardia Civil. La cantidad total que se quedó entre 2015 y 2020 fue de 681.635 euros. En tres de los casos las cantidades sumadas superaron los 100.000 euros y en uno llegaron a rozar los 200.000. Después de destaparse lo sucedido, el Banco Santander, que adquirió el Popular, indemnizó a todos los afectados e inició acciones legales contra el empleado, al que reclama la totalidad de la suma sustraída de las cuentas.
La pena se ha reducido por dos circunstancias. El primer lugar, el tribunal ha tenido en cuenta la atenuante de confesión. Indica que colaboró con la entidad bancaria para identificar todas las apropiaciones y falsificaciones, facilitó una lista de los perjudicados e incluso admitió disposiciones en efectivo, lo que favoreció "una pronta reparación a los clientes". Por otra parte, se ha atendido a su ludopatía, para la que está recibiendo tratamiento.
Se ha rechazado, sin embargo, la atenuante de reparación del daño, ya que no ha logrado aportar cantidades suficientes para compensar los casi 700.000 euros que sustrajo. Entregó al Santander un fondo de pensiones de 12.000 euros y ha ido entregando pequeñas cantidades de forma mensual. Tras esta valoración, el tribunal le condena por un delito continuado de apropiación indebida en concurso medial con un delito continuado de falsificación de documento mercantil a la pena de un año y 11 meses de prisión.
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Entender la diferencia entre abuso y dependencia es fundamental para evitar minimizar un problema que afecta a entre un 3% y un 4% de los españoles. Por esta razón, el primer objetivo del equipo de Ferre ―integrado por una psiquiatra de adultos, uno de niños y adolescentes, un psicólogo clínico, una enfermera especialista en salud mental y una trabajadora social― es aclarar si una conducta, que en algunos casos puede ser percibida como molesta o problemática, representa un síntoma de una adicción. Desde la dependencia al juego en las casas de apuestas, hasta las compras compulsivas, pasando por la adicción al sexo y a las nuevas tecnologías como las redes sociales. En definitiva, todas las adicciones que no incluyen el consumo de sustancias ―como las drogas y el alcohol― y que, sin embargo, tienen exactamente las mismas consecuencias en la vida de quien las padece.
Además de ofrecer ayuda inmediata a los madrileños que sufren una adicción, el centro AdCom aspira a convertirse en una referencia a nivel internacional en el campo de la investigación. “Una vez que empecemos a funcionar a pleno régimen, hablamos de poder cribar unas 100 personas a la semana”, afirma Ferre. “De aquí a un año vamos a tener datos de más de 4.000 pacientes. Es una muestra excepcional para conseguir avanzar en un campo que sigue siendo difícil de investigar”.
El primer paso es la detección del problema. Los madrileños que creen tener una adicción o un trastorno mental pueden pedir cita para acceder al cribado directamente desde la web o la aplicación de la Tarjeta Sanitaria Virtual, sin pasar por el filtro del médico de cabecera o el centro de salud. “De esta forma no hay estigma, muchas veces da vergüenza reconocer ante otra persona que se sufre una adicción. Desde un punto de vista psicológico, es muy importante que sea el mismo paciente quien decida dar un paso adelante. Reconocer que se necesita ayuda es fundamental para el tratamiento”, explica Mercedes Peña, la supervisora de enfermería del centro.
Durante la primera semana de vida de AdCom, ya han pasado por la fase de cribado 20 potenciales pacientes. Se trata mayoritariamente de adultos: solamente uno de ellos era menor, una circunstancia que no sorprende a los especialistas. “Los niños están de vacaciones y viven mucho más relajados. Seguramente después del verano vamos a tener muchos casos de adicciones a los videojuegos”, aclara Ricardo Miguel Hodann, el psicólogo clínico.
Una vez citados, el proceso de cribado se realiza presencialmente en una sala del Instituto de Psiquiatría del hospital. Los adultos rellenan los cuestionarios directamente desde su móvil con la aplicación del servicio madrileño de salud, mientras a los niños se les proporciona una tablet. Las preguntas ―a las que se contesta con un “sí” o “no”, o marcando unos valores que van de “nunca” a “muy a menudo”― identifican si el potencial paciente sufre no solamente algún tipo de adicción de comportamiento, sino también a sustancias o trastornos de salud mental, como pueden ser ansiedad o depresión.
“Claramente, no todos los cribados van a acabar en un diagnóstico de adicción”, subraya Ferre, que insiste en que el porcentaje de población que sufre una dependencia no suele superar el 4%, aunque sube hasta el 5% en el caso de las adicciones a los videojuegos entre los más jóvenes. “Si el primer cribado ha resultado en un porcentaje tan elevado de adicciones, es probablemente porque la clínica acaba de abrir y estos pacientes han visto en ella una esperanza”.
A nivel psicológico, hay cuatro señales que indican el paso a la adicción. Se empieza por una dedicación excesiva a una conducta, hasta alcanzar la tolerancia ―es decir, es necesario aumentar cada vez más el tiempo que se destina a la adicción para conseguir la estimulación. Si por alguna razón al adicto se le priva de esa conducta, empieza a sufrir un gran malestar físico y psicológico, que se conoce como abstinencia.
La última señal son las consecuencias negativas que esta conducta tiene sobre la vida del paciente. “Cargarse la familia, tener problemas en el trabajo o llegar a perderlo… no hace falta tener una dependencia al alcohol para llegar a tanto. Quien tiene un adicción a las compras puede acabar gastando el sueldo entero en objetos que acumula en casa sin estrenar, endeudarse hasta el cuello y caer en depresión”, explica la psiquiatra Marisol Roncero Rodríguez, que durante su carrera ha tratado muchos casos de compras compulsivas, una adicción que afecta sobre todo a las mujeres.
En caso de detectar un uso problemático, “la tarjeta amarilla de las adicciones”, las trabajadoras sociales del centro van a proporcionar información sobre grupos de apoyo para poder controlar el riesgo de dependencia. Si la tarjeta amarilla se convierte en roja, el paciente es citado en el centro para una evaluación más exhaustiva y empezar a tratar la adicción que padece. “A partir de la primera evaluación, se ofrece al paciente un plan terapéutico que va desde las 12 hasta las 24 semanas, con tratamiento psiquiátrico y psicoterapia individual o grupal”, explica Hodann.