Lo primero que se hace cuando la persona llega es una acogida por parte de los monitores, tanto a jugadores como familiares, llevando a cabo una especie de terapia de choque para que la persona sea consciente de lo que está ocurriendo. Se trata de uno de los pasos más importantes, ser capaz de captar a la persona y motivarla para que inicie su proceso de recuperación. Es ahí donde entra en juego el valor de los testimonios personales de los propios monitores, que utilizan la 'técnica del espejo', "si yo he salido, ¿porqué no vas a poder salir tú?".
Una vez que se realiza ese proceso, pasan a ser vistos por la psicóloga que elabora una historia clínica en la que verifica que la persona padece alguna de las adicciones sin sustancias y a partir de ahí se pone en marcha todo el engranaje para comenzar la rehabilitación .
Se hace es un control de estímulos, es decir, se dan una serie de pautas para evitar toda situación que pueda generar una recaída. A partir de ahí, se hace un seguimiento a los distintos grupos para ver como van llevando las pautas, tanto el jugador u otro tipo de adicto, como los familiares que le acompañan en el proceso. La psicóloga los ve semanal o quincenalmente y una vez que se ha extinguido la conducta de juego se empiezan a gestionar otras áreas de la vida de la persona que se hayan podido ver deterioradas por el juego: autoestima, percepción de sí mismo, autocontrol, impulsividad, terapias de pareja, etc.
La asociación ayuda actualmente a 284 familias que se encuentran en tratamiento. Se reparten en ocho grupos que se organizan en grupos de iniciación, de rehabilitación y grupos de conjunto, en los que confluyen los jugadores y sus familiares.
Lo primero que se hace cuando la persona llega es una acogida por parte de los monitores, tanto a jugadores como familiares, llevando a cabo una especie de terapia de choque para que la persona sea consciente de lo que está ocurriendo. Se trata de uno de los pasos más importantes, ser capaz de captar a la persona y motivarla para que inicie su proceso de recuperación. Es ahí donde entra en juego el valor de los testimonios personales de los propios monitores, que utilizan la 'técnica del espejo', "si yo he salido, ¿porqué no vas a poder salir tú?".
Una vez que se realiza ese proceso, pasan a ser vistos por la psicóloga que elabora una historia clínica en la que verifica que la persona padece alguna de las adicciones sin sustancias y a partir de ahí se pone en marcha todo el engranaje para comenzar la rehabilitación .
Se hace es un control de estímulos, es decir, se dan una serie de pautas para evitar toda situación que pueda generar una recaída. A partir de ahí, se hace un seguimiento a los distintos grupos para ver como van llevando las pautas, tanto el jugador u otro tipo de adicto, como los familiares que le acompañan en el proceso. La psicóloga los ve semanal o quincenalmente y una vez que se ha extinguido la conducta de juego se empiezan a gestionar otras áreas de la vida de la persona que se hayan podido ver deterioradas por el juego: autoestima, percepción de sí mismo, autocontrol, impulsividad, terapias de pareja, etc.
La asociación ayuda actualmente a 284 familias que se encuentran en tratamiento. Se reparten en ocho grupos que se organizan en grupos de iniciación, de rehabilitación y grupos de conjunto, en los que confluyen los jugadores y sus familiares.