La mayoría de las personas que acuden a las asociación son padres que acompañan a sus hijos o que buscan información y una manera para “arrastrarlos”. Según Sánchez, los afectados suelen estar “ciegos” ante la adicción: “Muchos de los jóvenes no sienten que sea un problema, sobre todo los de dieciocho o diecinueve años, que han tenido suerte alguna vez y buscan repetir”. “Ellos no lo pueden controlar, nadie puede, y no son conscientes”, afirma.

La típica máquina “tragaperras” todavía ocupa un sitio en varios locales de Jaén. Sánchez resalta que “no han desaparecido” y que carecen de “control”. “Cualquiera se pone a jugar y nadie le dice nada, ni le pregunta si es mayor o menor de edad”.

Respecto a los datos que manejan desde la asociación, el número de personas “enganchadas” al juego “se mantiene”. Aun así, el perfil ha variado. El ingreso de los mayores de cuarenta y cinco años, “los más habituales”, está “paralizado”. “Hasta hace unos años el 60-70 por ciento de los que acudían a nosotros estaba comprendido entre cuarenta y cinco y sesenta y cinco años. Ahora, ese mismo porcentaje está comprendido hasta los veinticinco”.

Sánchez alerta sobre las nuevas tecnologías, que favorecen el acceso de los jóvenes y aumenta su adicción. “Antes, para jugar había que ir al bingo, a comprar lotería o a las máquinas “tragaperras”, empieza, y añade: “Hoy, sin embargo, se lleva encima continuamente con el móvil o en el ordenador”.

“Hemos entrado a los jóvenes un arma de doble filo con los ‘smartphones’, una ventana a internet”, cuenta el presidente de Alujer. Desde la asociación advierten que, aunque las nuevas generaciones estén más formados, todavía carecen de la “personalidad” o no se han desarrollado “del todo”. “En el fondo siguen siendo niños”. Asimismo resalta que no es necesario que tengan acceso a las tarjetas de crédito de sus padres, pues con las de recarga pueden continuar con la adicción “sin levantar sospechas”. Incluso existen aplicaciones que ocultan los juegos de azar en el aparato.

Al cambiar el paradigma, también ha cambiado la idea preconcebida del adicto. “Estos últimos años llega gente con poca experiencia en juegos pero totalmente derrotados”, afirma Sánchez. “Ahora, por el contrario, no hace falta tener haber vivido tanto tiempo con la enfermedad para acabar completamente vencido”.

LIMITACIÓN. Desde la asociación abogan por la limitación de la publicidad de los juegos de azar, sobre todo “quién las hace”. “No podemos permitir que gente tan renombrada como futbolistas o tenistas hagan este tipo de anuncios tan engañosos”, dice Sánchez, pues les “anima” a participar y les “incitan” al consumo con personas a las que admiran y respetan. “Al final esta enfermedad los destroza, porque no solamente afecta a quien la hace, sino a todo su entorno”, concluye Sánchez.

La mayoría de las personas que acuden a las asociación son padres que acompañan a sus hijos o que buscan información y una manera para “arrastrarlos”. Según Sánchez, los afectados suelen estar “ciegos” ante la adicción: “Muchos de los jóvenes no sienten que sea un problema, sobre todo los de dieciocho o diecinueve años, que han tenido suerte alguna vez y buscan repetir”. “Ellos no lo pueden controlar, nadie puede, y no son conscientes”, afirma.

La típica máquina “tragaperras” todavía ocupa un sitio en varios locales de Jaén. Sánchez resalta que “no han desaparecido” y que carecen de “control”. “Cualquiera se pone a jugar y nadie le dice nada, ni le pregunta si es mayor o menor de edad”.

Respecto a los datos que manejan desde la asociación, el número de personas “enganchadas” al juego “se mantiene”. Aun así, el perfil ha variado. El ingreso de los mayores de cuarenta y cinco años, “los más habituales”, está “paralizado”. “Hasta hace unos años el 60-70 por ciento de los que acudían a nosotros estaba comprendido entre cuarenta y cinco y sesenta y cinco años. Ahora, ese mismo porcentaje está comprendido hasta los veinticinco”.

Sánchez alerta sobre las nuevas tecnologías, que favorecen el acceso de los jóvenes y aumenta su adicción. “Antes, para jugar había que ir al bingo, a comprar lotería o a las máquinas “tragaperras”, empieza, y añade: “Hoy, sin embargo, se lleva encima continuamente con el móvil o en el ordenador”.

“Hemos entrado a los jóvenes un arma de doble filo con los ‘smartphones’, una ventana a internet”, cuenta el presidente de Alujer. Desde la asociación advierten que, aunque las nuevas generaciones estén más formados, todavía carecen de la “personalidad” o no se han desarrollado “del todo”. “En el fondo siguen siendo niños”. Asimismo resalta que no es necesario que tengan acceso a las tarjetas de crédito de sus padres, pues con las de recarga pueden continuar con la adicción “sin levantar sospechas”. Incluso existen aplicaciones que ocultan los juegos de azar en el aparato.

Al cambiar el paradigma, también ha cambiado la idea preconcebida del adicto. “Estos últimos años llega gente con poca experiencia en juegos pero totalmente derrotados”, afirma Sánchez. “Ahora, por el contrario, no hace falta tener haber vivido tanto tiempo con la enfermedad para acabar completamente vencido”.

LIMITACIÓN. Desde la asociación abogan por la limitación de la publicidad de los juegos de azar, sobre todo “quién las hace”. “No podemos permitir que gente tan renombrada como futbolistas o tenistas hagan este tipo de anuncios tan engañosos”, dice Sánchez, pues les “anima” a participar y les “incitan” al consumo con personas a las que admiran y respetan. “Al final esta enfermedad los destroza, porque no solamente afecta a quien la hace, sino a todo su entorno”, concluye Sánchez.