Tras años de trabajo, la primera conclusión a la que ha llegado es que es prácticamente imposible establecer un perfil definido de los jugadores de timbas de póquer ilegales. Desde trabajadores a desempleados, pasando por pensionistas o empresarios de postín que apuestan grandes cantidades en partidas organizadas en Marbella.
Jiménez defiende la no implicación emotiva de sus agentes, pero en su memoria tiene un buen número de casos que ponen de relieve los microdramas que se esconden detrás de cada mano de cartas. «Recuerdo cómo a nuestro subinspector acudió una mujer para pedirnos ayuda entre lágrimas porque su marido se había gastado 500 euros en una noche o una ocasión en la que un jugador puso sobre la mesa las llaves de su coche para hacer una apuesta», relató.
Tras años de trabajo, la primera conclusión a la que ha llegado es que es prácticamente imposible establecer un perfil definido de los jugadores de timbas de póquer ilegales. Desde trabajadores a desempleados, pasando por pensionistas o empresarios de postín que apuestan grandes cantidades en partidas organizadas en Marbella.
Jiménez defiende la no implicación emotiva de sus agentes, pero en su memoria tiene un buen número de casos que ponen de relieve los microdramas que se esconden detrás de cada mano de cartas. «Recuerdo cómo a nuestro subinspector acudió una mujer para pedirnos ayuda entre lágrimas porque su marido se había gastado 500 euros en una noche o una ocasión en la que un jugador puso sobre la mesa las llaves de su coche para hacer una apuesta», relató.