Los expertos han constatado que para padecer una adicción de este tipo –aquí se incluyen además del juego patológico, las compras compulsivas, la dependencia de internet o el consumo de pornografía– debe producirse lo que los expertos denominan “patología dual”. O lo que es lo mismo, “este tipo de adicción va ligada en la mayoría de casos a otros trastornos mentales”, asegura Ignacio Busarte. Ansiedad, hiperactividad, comportamientos obsesivos y convulsivos, déficit de atención... Son algunos de los trastornos previos que favorecen la adicción conductual. Así que para combatir el problema, añade este psiquiatra miembro de la SEPD, “hay que trabajar más en la prevención, en detectar a tiempo esos ­trastornos en adolescentes para tratarlos antes de que sea demasiado tarde”. Si esa dependencia está relacionada con el uso del ordenador o el teléfono, retirar esos aparatos no es la solución. Pero no hay metadona que supla la dependencia a las nuevas tecnologías –como en los casos de drogadicción–, así que la batalla debe centrarse en el diagnóstico precoz o control de los contenidos de la red que consume esa persona con riesgo.

En lo referido a la adicción a internet (otro tema tratado en estas jornadas) , el problema no son las horas de uso de esas tecnologías. “Lo determinante es el grado de interferencia que el tiempo dedicado a ellas causa en la vida cotidiana”, indica Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco.

Hay una lista de alertas que avisan cuando el uso de internet pasa a convertirse en adicción. La persona que padece ese problema suele autoengañarse y miente cuando se le pregunta cuántas horas ha estado conectado. Los expertos aconsejan actuar cuando el uso de esas tecnologías roba horas de sueño, descuida actividades importantes del día a día, surge irritación cuando uno no se puede conectar o esa persona se aísla del mundo real, no rinde en sus estudios y sólo se relaciona por el mundo cibernético.

Los expertos han constatado que para padecer una adicción de este tipo –aquí se incluyen además del juego patológico, las compras compulsivas, la dependencia de internet o el consumo de pornografía– debe producirse lo que los expertos denominan “patología dual”. O lo que es lo mismo, “este tipo de adicción va ligada en la mayoría de casos a otros trastornos mentales”, asegura Ignacio Busarte. Ansiedad, hiperactividad, comportamientos obsesivos y convulsivos, déficit de atención... Son algunos de los trastornos previos que favorecen la adicción conductual. Así que para combatir el problema, añade este psiquiatra miembro de la SEPD, “hay que trabajar más en la prevención, en detectar a tiempo esos ­trastornos en adolescentes para tratarlos antes de que sea demasiado tarde”. Si esa dependencia está relacionada con el uso del ordenador o el teléfono, retirar esos aparatos no es la solución. Pero no hay metadona que supla la dependencia a las nuevas tecnologías –como en los casos de drogadicción–, así que la batalla debe centrarse en el diagnóstico precoz o control de los contenidos de la red que consume esa persona con riesgo.

En lo referido a la adicción a internet (otro tema tratado en estas jornadas) , el problema no son las horas de uso de esas tecnologías. “Lo determinante es el grado de interferencia que el tiempo dedicado a ellas causa en la vida cotidiana”, indica Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco.

Hay una lista de alertas que avisan cuando el uso de internet pasa a convertirse en adicción. La persona que padece ese problema suele autoengañarse y miente cuando se le pregunta cuántas horas ha estado conectado. Los expertos aconsejan actuar cuando el uso de esas tecnologías roba horas de sueño, descuida actividades importantes del día a día, surge irritación cuando uno no se puede conectar o esa persona se aísla del mundo real, no rinde en sus estudios y sólo se relaciona por el mundo cibernético.