Y es que nunca antes fue tan fácil acceder al juego. Dinero fácil al alcance de un clic parece ser el eslogan que llevan por bandera la mayoría de casas de apuestas y de páginas webs que invitan a la sociedad a jugar. Miles de jóvenes se ven seducidos por la idea de vivir la adrenalina del momento a la vez que sacar dinero rápido. Resulta alarmante el número de jóvenes que cada vez se inician a edades más tempranas en el juego.

En España, el juego está permitido a mayores de 18 años. Sin embargo, menores de hasta 13 años participan de este mundo a través de internet suplantando la identidad de sus progenitores. Los lugares desde los que acceder al juego se han multiplicado y con ellos las posibilidades para apostar. Cualquier lugar y cualquier momento son buenos para apostar. Un móvil, una tablet o un portátil, todo es válido. Las apuestas deportivas no están mal vistas, todavía, en la sociedad. Es decir, estaría mal ver a un niño de 13 años echando dinero en las tragaperras, pero apostar en deporte es otra historia. Pero, al contrario del pensamiento general, este tipo de apuestas pueden ser tanto o más nocivas que los clásicos juegos de azar.

En la mayoría de los casos, se comienza apostando en fútbol, deporte rey por excelencia. Más tarde se sigue apostando al baloncesto o tenis y se termina apostando en deportes de los que se desconocen hasta las reglas. Se puede pensar que este tipo de apuestas equivalen a la tradicional quiniela, adaptada a los nuevos tiempos. Sin embargo, las apuestas deportivas online se sitúan en un lugar mucho más peligroso. En la histórica quiniela se apuesta '1 X 2' y a esperar. En una página de apuestas deportivas las posibilidades son ilimitadas: número de goles, número de saques de esquina, quién marcará el próximo gol... El mayor peligro se presenta al poder apostar minuto a minuto al partido. La adrenalina va en aumento y cada vez se hace más difícil ver un partido entre amigos sin apostar. El ser humano adora esa sensación, nada como el placer del riesgo, el límite. En este caso, menos es más: menos tiempo entre apuesta y premio implica más peligro para disparar la ludopatía.

Las apuestas deportivas comienzan, en la mayoría de los casos, como un juego. Una reunión de amigos para ver un partido, unas risas y apuestas que comienzan con la inversión de pequeñas cantidades de dinero. Juan Lamas, director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), detalla que "como en toda adicción, deja de ser un juego cuando se pierde el control sobre esa actividad". Se detectará que hay un problema, ya que habrá "un descalabro económico y empezarán las mentiras, las justificaciones y la pérdida de habilidades sociales y relaciones familiares como absentismo laboral, escolar y falta de responsabilidad, entre otras".

Al igual que el perfil del jugador, las razones por las que una persona se inicia en el juego también han cambiado. Si bien, antes se trataba de una forma de evasión y se asociaba en ocasiones con estados de ánimo proclives a la depresión, en la actualidad las apuestas deportivas se encuentran más asociadas a una nueva forma de entretenimiento. Aunque no se pueda hablar de causas o circunstancias concretas que hagan a una persona más vulnerable a convertirse en ludópata, existen algunos factores que influyen de una u otra manera, tal y como explica Juan Lamas: "En una sociedad que está potenciando el juego a todos los niveles, cualquier persona es proclive a la adicción. Los factores ambientales y sociológicos que tiene el juego van a propiciar que el 98% practique alguna actividad de juego y que, de ese 98%, haya un porcentaje relativamente significativo, entre el 1 y 2%, que viva una adicción".

Francisco Abad, presidente de la Federación Andaluza de Jugadores de Azar Rehabilitados (FAJER), contempla el "ganar dinero fácil" como uno de los factores que incitan al juego. Para Pilar García, psicóloga experta en ludopatía, se podría hablar de diversos factores a distintos niveles que intervienen en el proceso. El citado "fácil acceso a las nuevas tecnologías, así como la posibilidad de jugar sólo y de forma anónima desde tu casa", pero existen más factores individuales y socioambientales.

"Desde que se empieza a jugar hasta que se presenta un patrón patológico pasa un año aproximadamente", señala el director técnico de FEJAR. Asimismo, la psicóloga Pilar García apunta que "el 2,5% de los que utilizan el juego online acaban teniendo un problema que requiere tratamiento especializado".

Desde que en las apuestas deportivas y el juego online se regularizaran en 2012 el registro de nuevos jugadores por internet aumentó en apenas seis meses hasta sobrepasar el millón y medio. Igual que tomar una copa no convierte a alguien en alcohólico, no todo el que juega o apuesta es ludópata, ya que según Pilar García "el hecho de apostar y jugar no implica el desarrollo de una adicción futura". Sin embargo, la ludopatía es una enfermedad y, como tal, debe ser tratada. En España existen numerosas asociaciones que ofrecen rehabilitación a jugadores adictos. Además, el alarmante aumento de casos de ludopatía ha llevado, incluso, a muchos hospitales a abrir una consulta especial en su área de psicología para tratar este tipo de adicciones conocidas como 'no tóxicas'.

Aunque hay más formas de poner límite a este problema. Empezando por el propio jugador, que puede inscribirse en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego. Se trata de una base de datos estatal en la que pueden alistarse quienes quieren que se les prohíba seguir jugando. Y es que como indica Pilar García, "el primer paso en el tratamiento es facilitar a la persona que acepte que tiene un problema adictivo". La adicción a las apuestas deportivas online han conseguido ganarle terreno a las tradicionales tragaperras y a los salones de juego. En estos momentos, suponen el segundo motivo de ludopatía, superado únicamente por las tradicionales máquinas de los bares y el bingo.

 


Y es que nunca antes fue tan fácil acceder al juego. Dinero fácil al alcance de un clic parece ser el eslogan que llevan por bandera la mayoría de casas de apuestas y de páginas webs que invitan a la sociedad a jugar. Miles de jóvenes se ven seducidos por la idea de vivir la adrenalina del momento a la vez que sacar dinero rápido. Resulta alarmante el número de jóvenes que cada vez se inician a edades más tempranas en el juego.

En España, el juego está permitido a mayores de 18 años. Sin embargo, menores de hasta 13 años participan de este mundo a través de internet suplantando la identidad de sus progenitores. Los lugares desde los que acceder al juego se han multiplicado y con ellos las posibilidades para apostar. Cualquier lugar y cualquier momento son buenos para apostar. Un móvil, una tablet o un portátil, todo es válido. Las apuestas deportivas no están mal vistas, todavía, en la sociedad. Es decir, estaría mal ver a un niño de 13 años echando dinero en las tragaperras, pero apostar en deporte es otra historia. Pero, al contrario del pensamiento general, este tipo de apuestas pueden ser tanto o más nocivas que los clásicos juegos de azar.

En la mayoría de los casos, se comienza apostando en fútbol, deporte rey por excelencia. Más tarde se sigue apostando al baloncesto o tenis y se termina apostando en deportes de los que se desconocen hasta las reglas. Se puede pensar que este tipo de apuestas equivalen a la tradicional quiniela, adaptada a los nuevos tiempos. Sin embargo, las apuestas deportivas online se sitúan en un lugar mucho más peligroso. En la histórica quiniela se apuesta '1 X 2' y a esperar. En una página de apuestas deportivas las posibilidades son ilimitadas: número de goles, número de saques de esquina, quién marcará el próximo gol... El mayor peligro se presenta al poder apostar minuto a minuto al partido. La adrenalina va en aumento y cada vez se hace más difícil ver un partido entre amigos sin apostar. El ser humano adora esa sensación, nada como el placer del riesgo, el límite. En este caso, menos es más: menos tiempo entre apuesta y premio implica más peligro para disparar la ludopatía.

Las apuestas deportivas comienzan, en la mayoría de los casos, como un juego. Una reunión de amigos para ver un partido, unas risas y apuestas que comienzan con la inversión de pequeñas cantidades de dinero. Juan Lamas, director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), detalla que "como en toda adicción, deja de ser un juego cuando se pierde el control sobre esa actividad". Se detectará que hay un problema, ya que habrá "un descalabro económico y empezarán las mentiras, las justificaciones y la pérdida de habilidades sociales y relaciones familiares como absentismo laboral, escolar y falta de responsabilidad, entre otras".

Al igual que el perfil del jugador, las razones por las que una persona se inicia en el juego también han cambiado. Si bien, antes se trataba de una forma de evasión y se asociaba en ocasiones con estados de ánimo proclives a la depresión, en la actualidad las apuestas deportivas se encuentran más asociadas a una nueva forma de entretenimiento. Aunque no se pueda hablar de causas o circunstancias concretas que hagan a una persona más vulnerable a convertirse en ludópata, existen algunos factores que influyen de una u otra manera, tal y como explica Juan Lamas: "En una sociedad que está potenciando el juego a todos los niveles, cualquier persona es proclive a la adicción. Los factores ambientales y sociológicos que tiene el juego van a propiciar que el 98% practique alguna actividad de juego y que, de ese 98%, haya un porcentaje relativamente significativo, entre el 1 y 2%, que viva una adicción".

Francisco Abad, presidente de la Federación Andaluza de Jugadores de Azar Rehabilitados (FAJER), contempla el "ganar dinero fácil" como uno de los factores que incitan al juego. Para Pilar García, psicóloga experta en ludopatía, se podría hablar de diversos factores a distintos niveles que intervienen en el proceso. El citado "fácil acceso a las nuevas tecnologías, así como la posibilidad de jugar sólo y de forma anónima desde tu casa", pero existen más factores individuales y socioambientales.

"Desde que se empieza a jugar hasta que se presenta un patrón patológico pasa un año aproximadamente", señala el director técnico de FEJAR. Asimismo, la psicóloga Pilar García apunta que "el 2,5% de los que utilizan el juego online acaban teniendo un problema que requiere tratamiento especializado".

Desde que en las apuestas deportivas y el juego online se regularizaran en 2012 el registro de nuevos jugadores por internet aumentó en apenas seis meses hasta sobrepasar el millón y medio. Igual que tomar una copa no convierte a alguien en alcohólico, no todo el que juega o apuesta es ludópata, ya que según Pilar García "el hecho de apostar y jugar no implica el desarrollo de una adicción futura". Sin embargo, la ludopatía es una enfermedad y, como tal, debe ser tratada. En España existen numerosas asociaciones que ofrecen rehabilitación a jugadores adictos. Además, el alarmante aumento de casos de ludopatía ha llevado, incluso, a muchos hospitales a abrir una consulta especial en su área de psicología para tratar este tipo de adicciones conocidas como 'no tóxicas'.

Aunque hay más formas de poner límite a este problema. Empezando por el propio jugador, que puede inscribirse en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego. Se trata de una base de datos estatal en la que pueden alistarse quienes quieren que se les prohíba seguir jugando. Y es que como indica Pilar García, "el primer paso en el tratamiento es facilitar a la persona que acepte que tiene un problema adictivo". La adicción a las apuestas deportivas online han conseguido ganarle terreno a las tradicionales tragaperras y a los salones de juego. En estos momentos, suponen el segundo motivo de ludopatía, superado únicamente por las tradicionales máquinas de los bares y el bingo.