Y asegura que no es el único. “En mi caso hay dos amigos más; ahora que estoy saliendo de ello (llevo sin jugar nada desde agosto) les voy a decir que tienen un problema y que se puede salir, porque seguro que no lo ven”.

Desde que en 2012 se reguló en España el juego online, el negocio y los jugadores no han dejado de crecer. El año pasado se jugaron más de 8.500 millones de euros, un 30% más que en 2014, y casi la mitad se destinó a apuestas deportivas, que aumentaron un 43%, según la memoria de la dirección general de Ordenación del Juego (DGOJ). El número de jugadores aumentó un 13%, con una media de medio millón de usuarios activos al mes, dos tercios de ellos en las apuestas deportivas. “Todos los segmentos de juego online están creciendo, pero el que más interés despierta en el público español es el de las puestas deportivas, donde el jugador típico es un hombre de entre 22 y 45 años, que se siente cómodo con las nuevas tecnologías, que tiene smartphone, un poder adquisitivo alto y un nivel de estudios medio o superior, que encuentra la quiniela aburrida y quiere algo más dinámico y real, como las apuestas deportivas, el 70% de las cuales se realizan durante los partidos por gente que lo está viendo, lo analiza y apuesta en ese momento”, explica Sacha Michaud, el presidente de la Asociación Española de Juego Digital (Jdigital).

Sólo el año pasado se dieron de alta 1,7 millones de nuevos jugadores online, con lo que el número de usuarios registrados desde que se reguló el mercado supera ya los 6,5 millones de personas.

También es común que, como en el caso de R.G.S., los afectados por ludopatía no vean su problema ni pidan ayuda hasta que se ven presionados por las deudas. Una vez se ponen en tratamiento –“el que mejor resultado da es el tratamiento psicológico cognitivo-conductual combinado o no con tratamiento farmacológico”, dice Jiménez– el 70% supera la enfermedad y un 30% va recayendo o abandona.

“Las cinco primeras sesiones son clave; si las superan sin abandonar ni recaer, tienen muchas probabilidades de éxito”, apunta la psiquiatra. “Creía que me iba a costar más, pero una vez lo cuentas y te quitas el peso de encima, tu vida es más tranquila, te abres más, puedes confiar más en la gente, y esta te apoya, te anima, y te encuentras mejor físicamente; es importante saber que tienes ayuda, y con ayuda sales”, concluye R.G.S..

Jóvenes autoexcluidos

En paralelo al aumento de jugadores y de cantidades jugadas, crece también la cifra de los que, como R.G.S., constatan riesgo en estos juegos y deciden autoexcluirse incluyéndose en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ), en el que a 31 de diciembre pasado había inscritas 35.157 personas, un 6% más que un año antes. Estas inscripciones son voluntarias e impiden a esas personas registrarse como usuarios de cualquier plataforma de juego on line. Casi un tercio de los registrados tienen entre 26 y 35 años; otro 25%

se sitúa entre los 36 y los 45 años, y los más jóvenes, de entre 18 y 25 años, suponen ya el 15%. La juventud de quienes deciden autoexcluirse del juego online coincide con el cambio que observan los expertos en el perfil de las personas con problemas de ludopatía. “Estamos recibiendo a pacientes de entre 18 y 25 años, muchos de ellos universitarios, cuando hace diez años lo habitual era que solicitaran tratamiento jugadores de entre 35 y 45 años”, asegura Juan José Lamas, director técnico de Fejar, la federación

española de juegos de azar rehabilitados. Y ello no tiene tanto que ver con que los jugadores online se inicien antes (que también) sino con que el llamado periodo de latencia ­el tiempo que pasa desde que alguien empieza a jugar y la conducta se convierte en patológica­ es menor.

”En el juego presencial ese periodo es de entre 5 y 7 años, mientras que en el juego online, por su caudal adictivo, por su accesibilidad y por el anonimato con que se juega, el plazo entre que la persona empieza a jugar y se ve afectada por ludopatía se acorta a año o año y medio”, enfatiza Lamas.

No obstante, tanto desde Fejar como desde Fora de Joc, la Associació de Rehabilitació de Jugadors Patològics i altres Addiccions, precisan que el juego que más ludopatía ha generado y todavía genera son las tragaperras. Susana Jiménez, responsable de la unidad de juego patológico del hospital de Bellvitge, confirma que el 92% de los más de

3.000 pacientes que a lo largo de los años han solicitado tratamiento en su servicio estaban enganchados al juego presencial (tragaperras o bingo), pero también advierte que observan un cambio de tendencia y un aumento de los casos derivados de juego online. “El año pasado, el 12% de los pacientes atendidos tenían problemas con el juego por internet, y el más común es el de las apuestas deportivas”, detalla.

Llegan personas con ludopatía tan jóvenes porque, según algunos estudios, a las apuestas deportivas on line juegan incluso menores. La ley prohíbe jugar a los juegos de azar hasta los 18 años y, según el presidente de

Jdigital, todas las firmas de apuestas online exigen y verifican el DNI de quien se registra antes de permitirle jugar. Pero según un estudio de la Universitat de València y la Fundació Codere, el 20% de los menores de 18 años encuestados participa. “Controlamos el DNI de los jugadores en tiempo real y verificamos fecha de nacimiento y dirección, que es una medida de protección que no existe en ningún otro país; pero el menor puede meter los datos de un DNI que no es el suyo o robar los de su padre”, indica Michaud. A esta participación de los más jóvenes contribuye, según los expertos, el fácil acceso a este tipo de juegos gracias a las apli-

caciones, el anonimato que permite internet (pueden jugar desde su habitación o cualquier lugar con el móvil), y las ganancias inmediatas, que aumentan el potencial adictivo, según explica el profesor de psicología de la UOC José Ramón Ubieto.

Susana Jiménez y Juan José Lamas añaden dos causas más: el impacto de la constante publicidad de las apuestas en la mayoría de retransmisiones deportivas y la percepción social que se tiene de estos juegos on line, mucho más positiva que en el caso de las tragaperras. Muchos jóvenes apuestan por entretenimiento, pero también porque tratan de racionalizar la competición y desean demostrar su habilidad, su mayor conocimiento sobre un equipo o un determinado deporte frente a otros jugadores. “El juego on line tiene una capacidad inmersiva que hace que muchos acaben luego apostando por equipos o selecciones de países que desconocen”, explica Jiménez.

Y asegura que no es el único. “En mi caso hay dos amigos más; ahora que estoy saliendo de ello (llevo sin jugar nada desde agosto) les voy a decir que tienen un problema y que se puede salir, porque seguro que no lo ven”.

Desde que en 2012 se reguló en España el juego online, el negocio y los jugadores no han dejado de crecer. El año pasado se jugaron más de 8.500 millones de euros, un 30% más que en 2014, y casi la mitad se destinó a apuestas deportivas, que aumentaron un 43%, según la memoria de la dirección general de Ordenación del Juego (DGOJ). El número de jugadores aumentó un 13%, con una media de medio millón de usuarios activos al mes, dos tercios de ellos en las apuestas deportivas. “Todos los segmentos de juego online están creciendo, pero el que más interés despierta en el público español es el de las puestas deportivas, donde el jugador típico es un hombre de entre 22 y 45 años, que se siente cómodo con las nuevas tecnologías, que tiene smartphone, un poder adquisitivo alto y un nivel de estudios medio o superior, que encuentra la quiniela aburrida y quiere algo más dinámico y real, como las apuestas deportivas, el 70% de las cuales se realizan durante los partidos por gente que lo está viendo, lo analiza y apuesta en ese momento”, explica Sacha Michaud, el presidente de la Asociación Española de Juego Digital (Jdigital).

Sólo el año pasado se dieron de alta 1,7 millones de nuevos jugadores online, con lo que el número de usuarios registrados desde que se reguló el mercado supera ya los 6,5 millones de personas.

También es común que, como en el caso de R.G.S., los afectados por ludopatía no vean su problema ni pidan ayuda hasta que se ven presionados por las deudas. Una vez se ponen en tratamiento –“el que mejor resultado da es el tratamiento psicológico cognitivo-conductual combinado o no con tratamiento farmacológico”, dice Jiménez– el 70% supera la enfermedad y un 30% va recayendo o abandona.

“Las cinco primeras sesiones son clave; si las superan sin abandonar ni recaer, tienen muchas probabilidades de éxito”, apunta la psiquiatra. “Creía que me iba a costar más, pero una vez lo cuentas y te quitas el peso de encima, tu vida es más tranquila, te abres más, puedes confiar más en la gente, y esta te apoya, te anima, y te encuentras mejor físicamente; es importante saber que tienes ayuda, y con ayuda sales”, concluye R.G.S..

Jóvenes autoexcluidos

En paralelo al aumento de jugadores y de cantidades jugadas, crece también la cifra de los que, como R.G.S., constatan riesgo en estos juegos y deciden autoexcluirse incluyéndose en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ), en el que a 31 de diciembre pasado había inscritas 35.157 personas, un 6% más que un año antes. Estas inscripciones son voluntarias e impiden a esas personas registrarse como usuarios de cualquier plataforma de juego on line. Casi un tercio de los registrados tienen entre 26 y 35 años; otro 25%

se sitúa entre los 36 y los 45 años, y los más jóvenes, de entre 18 y 25 años, suponen ya el 15%. La juventud de quienes deciden autoexcluirse del juego online coincide con el cambio que observan los expertos en el perfil de las personas con problemas de ludopatía. “Estamos recibiendo a pacientes de entre 18 y 25 años, muchos de ellos universitarios, cuando hace diez años lo habitual era que solicitaran tratamiento jugadores de entre 35 y 45 años”, asegura Juan José Lamas, director técnico de Fejar, la federación

española de juegos de azar rehabilitados. Y ello no tiene tanto que ver con que los jugadores online se inicien antes (que también) sino con que el llamado periodo de latencia ­el tiempo que pasa desde que alguien empieza a jugar y la conducta se convierte en patológica­ es menor.

”En el juego presencial ese periodo es de entre 5 y 7 años, mientras que en el juego online, por su caudal adictivo, por su accesibilidad y por el anonimato con que se juega, el plazo entre que la persona empieza a jugar y se ve afectada por ludopatía se acorta a año o año y medio”, enfatiza Lamas.

No obstante, tanto desde Fejar como desde Fora de Joc, la Associació de Rehabilitació de Jugadors Patològics i altres Addiccions, precisan que el juego que más ludopatía ha generado y todavía genera son las tragaperras. Susana Jiménez, responsable de la unidad de juego patológico del hospital de Bellvitge, confirma que el 92% de los más de

3.000 pacientes que a lo largo de los años han solicitado tratamiento en su servicio estaban enganchados al juego presencial (tragaperras o bingo), pero también advierte que observan un cambio de tendencia y un aumento de los casos derivados de juego online. “El año pasado, el 12% de los pacientes atendidos tenían problemas con el juego por internet, y el más común es el de las apuestas deportivas”, detalla.

Llegan personas con ludopatía tan jóvenes porque, según algunos estudios, a las apuestas deportivas on line juegan incluso menores. La ley prohíbe jugar a los juegos de azar hasta los 18 años y, según el presidente de

Jdigital, todas las firmas de apuestas online exigen y verifican el DNI de quien se registra antes de permitirle jugar. Pero según un estudio de la Universitat de València y la Fundació Codere, el 20% de los menores de 18 años encuestados participa. “Controlamos el DNI de los jugadores en tiempo real y verificamos fecha de nacimiento y dirección, que es una medida de protección que no existe en ningún otro país; pero el menor puede meter los datos de un DNI que no es el suyo o robar los de su padre”, indica Michaud. A esta participación de los más jóvenes contribuye, según los expertos, el fácil acceso a este tipo de juegos gracias a las apli-

caciones, el anonimato que permite internet (pueden jugar desde su habitación o cualquier lugar con el móvil), y las ganancias inmediatas, que aumentan el potencial adictivo, según explica el profesor de psicología de la UOC José Ramón Ubieto.

Susana Jiménez y Juan José Lamas añaden dos causas más: el impacto de la constante publicidad de las apuestas en la mayoría de retransmisiones deportivas y la percepción social que se tiene de estos juegos on line, mucho más positiva que en el caso de las tragaperras. Muchos jóvenes apuestan por entretenimiento, pero también porque tratan de racionalizar la competición y desean demostrar su habilidad, su mayor conocimiento sobre un equipo o un determinado deporte frente a otros jugadores. “El juego on line tiene una capacidad inmersiva que hace que muchos acaben luego apostando por equipos o selecciones de países que desconocen”, explica Jiménez.