La enfermedad, desde hace algunos años reconocida por el orden de los psiquiatras internacionales , principalmente afecta a los más débiles, en particular los desempleados, las personas con problemas familiares o sociales y ancianos con depresión. La adicción al juego y el deseo compulsivo de jugar son el resultado del malestar interno que no tienen nada que ver con la alta difusión de las máquinas tragaperras, con la proximidad de una sala de apuestas y con la capacidad de conectarse desde cualquier lugar de la tierra equipado con conexión ADSL a una de las plataformas en línea que ofrece este tipo de juegos. Las máquinas tragamonedas y las salas de póquer son una especie de alivio para algunas personas con problemas económicos y sociales.

Definir el juego de azar como un factor que genera el juego compulsivo es un error, porque las causas residen en la angustia psicológica a la que se está enfrentado un pequeño porcentaje de jugadores activos en nuestro país. Como para todas las enfermedades se necesita erradicar el mal desde la raíz, ofreciendo apoyo familiar y médico a todos aquellos que sufren de este mal oscuro. Las comunidades autónomas se han movido con la activación de varios centros de observación, donde interactúan entre ellos expertos de la industria y personal médico, mientras que las plataformas legalizadas DGOJ invierten cada mes en estructuras que proporcionan asistencia a los jugadores patológicos para mejorar su estado de salud.

España y otros países en los que este fenómeno está muy extendido necesitan un cambio radical que debe conducir a la integración del juego responsable en la sociedad, como ya ocurre en diferentes países a la vanguardia. Demonizar una industria sin analizar los hechos a 360° no es un enfoque metodológico serio para derrotar el mal. El ludópata podría convertirse en un alcohólico o un drogadicto. Los trastornos psicológicos pueden ser superados sólo con la ayuda de todos, porque el mal a menudo es invisible y es tarea de todos ayudar a los que necesitan soporte para superar un período difícil.

La enfermedad, desde hace algunos años reconocida por el orden de los psiquiatras internacionales , principalmente afecta a los más débiles, en particular los desempleados, las personas con problemas familiares o sociales y ancianos con depresión. La adicción al juego y el deseo compulsivo de jugar son el resultado del malestar interno que no tienen nada que ver con la alta difusión de las máquinas tragaperras, con la proximidad de una sala de apuestas y con la capacidad de conectarse desde cualquier lugar de la tierra equipado con conexión ADSL a una de las plataformas en línea que ofrece este tipo de juegos. Las máquinas tragamonedas y las salas de póquer son una especie de alivio para algunas personas con problemas económicos y sociales.

Definir el juego de azar como un factor que genera el juego compulsivo es un error, porque las causas residen en la angustia psicológica a la que se está enfrentado un pequeño porcentaje de jugadores activos en nuestro país. Como para todas las enfermedades se necesita erradicar el mal desde la raíz, ofreciendo apoyo familiar y médico a todos aquellos que sufren de este mal oscuro. Las comunidades autónomas se han movido con la activación de varios centros de observación, donde interactúan entre ellos expertos de la industria y personal médico, mientras que las plataformas legalizadas DGOJ invierten cada mes en estructuras que proporcionan asistencia a los jugadores patológicos para mejorar su estado de salud.

España y otros países en los que este fenómeno está muy extendido necesitan un cambio radical que debe conducir a la integración del juego responsable en la sociedad, como ya ocurre en diferentes países a la vanguardia. Demonizar una industria sin analizar los hechos a 360° no es un enfoque metodológico serio para derrotar el mal. El ludópata podría convertirse en un alcohólico o un drogadicto. Los trastornos psicológicos pueden ser superados sólo con la ayuda de todos, porque el mal a menudo es invisible y es tarea de todos ayudar a los que necesitan soporte para superar un período difícil.