Según Zafra, “muchos comportamientos potencialmente adictivos encuentran su herramienta perfecta en Internet, tal es el caso de la ludopatía o el juego patológico. La inmediatez de respuesta, la fácil accesibilidad de 24 horas al día, el anonimato y el entorno íntimo que proporcionan las nuevas tecnologías, se convierten en un instrumento en el que las personas con ludopatía dan rienda suelta al comportamiento adictivo, obsesivo y descontrolado”.

Además Zafra añade que “las empresas de juego online, conocedoras de las posibilidades de mercado del juego virtual, despliegan todo su arsenal en técnicas de neuromarketing agresivo sabedoras del negocio que supone la fidelización y la perpetuidad de los usuarios que utilicen la plataforma online (inicio por registro que no necesita un depósito económico; falta de un filtro fiable para detectar al menor; gratificación cada cierto tiempo que permite, reiniciar el juego; diferentes niveles de juego y de apuestas)”. “Por ello-añade-, no es de extrañar como el consumidor diana del juego online importe poco, bien sea un individuo que con cierta asiduidad busca un placer recreativo, o bien de una persona con cierta vulnerabilidad a un uso repetitivo o algo descontrolado, o bien una persona con una ludopatía o una adicción establecida”.

El codirector del IVANE asegura que “en este contexto, las plataformas online de tragaperras o juegos de azar obtienen un suculento balance positivo en términos de ganancia/gastos con una web mínimamente atractiva, bien posicionada, de colorido específico, medianamente publicitada y de uso fácil e intuitivo en el que cualquier usuario aprenda a manejarse lo más rápidamente posible y decida invertir su tiempo y dinero en el juego online de forma más o menos consciente”.

Una vez iniciado el consumo del juego online, la llave del contacto está en su sitio, el motor arrancado y a partir de ahí, empezar a caminar es fácil. Las campañas de difusión y publicidad en forma de bonos regalo o slots gratuitos que persuaden e incitan a un comienzo del comportamiento potencialmente adictivo sin la sensación de riesgo patrimonial o pérdida (algo prohibido para el sector tradicional). En este sentido, el individuo ya no es dueño de las modificaciones cerebrales producto del elevado refuerzo positivo que supone la quimera de una potencial ganancia millonaria. Según apunta Augusto Zafra, -“En ese río revuelto, el frenesí bioquímico a nivel cerebral está servido, los centros del placer estimulados, el individuo desbocado y la ganancia de pescadores del portal de internet de turno está garantizada”.

Resulta fácil entender como los datos arrojan un cambio en el patrón comportamental de juego. Hasta el año 2012, el 100% de los afectados hacia un uso del juego tradicional presencial en maquinas tragaperras, bingo y casino. En la actualidad, el 70% utiliza este mecanismo presencial, mientras el 30% restante hace uso patológico del juego online virtual. Con este auge, es presumible que continúe aumentado en los años venideros, con una previsión para el 2016 en que llegue a superar el 50%.

Según Zafra, “muchos comportamientos potencialmente adictivos encuentran su herramienta perfecta en Internet, tal es el caso de la ludopatía o el juego patológico. La inmediatez de respuesta, la fácil accesibilidad de 24 horas al día, el anonimato y el entorno íntimo que proporcionan las nuevas tecnologías, se convierten en un instrumento en el que las personas con ludopatía dan rienda suelta al comportamiento adictivo, obsesivo y descontrolado”.

Además Zafra añade que “las empresas de juego online, conocedoras de las posibilidades de mercado del juego virtual, despliegan todo su arsenal en técnicas de neuromarketing agresivo sabedoras del negocio que supone la fidelización y la perpetuidad de los usuarios que utilicen la plataforma online (inicio por registro que no necesita un depósito económico; falta de un filtro fiable para detectar al menor; gratificación cada cierto tiempo que permite, reiniciar el juego; diferentes niveles de juego y de apuestas)”. “Por ello-añade-, no es de extrañar como el consumidor diana del juego online importe poco, bien sea un individuo que con cierta asiduidad busca un placer recreativo, o bien de una persona con cierta vulnerabilidad a un uso repetitivo o algo descontrolado, o bien una persona con una ludopatía o una adicción establecida”.

El codirector del IVANE asegura que “en este contexto, las plataformas online de tragaperras o juegos de azar obtienen un suculento balance positivo en términos de ganancia/gastos con una web mínimamente atractiva, bien posicionada, de colorido específico, medianamente publicitada y de uso fácil e intuitivo en el que cualquier usuario aprenda a manejarse lo más rápidamente posible y decida invertir su tiempo y dinero en el juego online de forma más o menos consciente”.

Una vez iniciado el consumo del juego online, la llave del contacto está en su sitio, el motor arrancado y a partir de ahí, empezar a caminar es fácil. Las campañas de difusión y publicidad en forma de bonos regalo o slots gratuitos que persuaden e incitan a un comienzo del comportamiento potencialmente adictivo sin la sensación de riesgo patrimonial o pérdida (algo prohibido para el sector tradicional). En este sentido, el individuo ya no es dueño de las modificaciones cerebrales producto del elevado refuerzo positivo que supone la quimera de una potencial ganancia millonaria. Según apunta Augusto Zafra, -“En ese río revuelto, el frenesí bioquímico a nivel cerebral está servido, los centros del placer estimulados, el individuo desbocado y la ganancia de pescadores del portal de internet de turno está garantizada”.

Resulta fácil entender como los datos arrojan un cambio en el patrón comportamental de juego. Hasta el año 2012, el 100% de los afectados hacia un uso del juego tradicional presencial en maquinas tragaperras, bingo y casino. En la actualidad, el 70% utiliza este mecanismo presencial, mientras el 30% restante hace uso patológico del juego online virtual. Con este auge, es presumible que continúe aumentado en los años venideros, con una previsión para el 2016 en que llegue a superar el 50%.