Al no haber eventos deportivos, no se va a permitir la excepción que permitía emitir publicidad de juego desde las ocho de la tarde.
Además, la publicidad que se emita en esa franja de madrugada va a tener límites. Las casas de apuestas no van a poder utilizar en ningún caso recursos para aprovechar la situación de excepcionalidad en la que vivimos apelando al aburrimiento del jugador por estar en un confinamiento para invitar a apostar. Tampoco se permitirá el uso de bonos de ningún tipo.
La decisión se ha tomado tras analizar la Dirección General de Ordenación del Juego la evolución de las apuestas en línea tras la suspensión de todas las competiciones deportivas. Se esperaba una caída que no se ha producido, según fuentes del Ministerio de Consumo.
Asimismo, esta prohibición se ha adoptado tras las peticiones de diversas asociaciones de ludópatas rehabilitados, que habían comprobado que se había producido una avalancha de llamadas de auxilio de las familias de personas con problemas de adicción al juego ante la situación de confinamiento obligado a la que está sometida la población española.
Solo queda jugarse el dinero en la red, pero no existen demasiada variedad. “Cada fin de semana me gastaba unos 300 euros apostando a la Liga Española, la Premier y la NBA. Ahora no queda nada. ¿Qué hago? No me voy a dejar la pasta en galgos y caballos?”, se pregunta un veterano apostante, con cuentas en todas las compañías habidas y por haber.
Efectivamente, esas carreras continúan activas en las islas británicas. También queda algo de fútbol decente, como las ligas bielorrusa y australiana, así como torneos en Nicaragua, Honduras o Burundi. El anterior fin de semana aún había competición en Hungría, Rusia y Turquía, pero también bajaron la persiana.
La situación es dramática para el sector. Sin las grandes ligas europeas, el baloncesto, el tenis y el motor las pérdidas son terribles. La anulación de siete grandes premios de la Fórmula 1 fue el mazazo definitivo, ya que acapara el 90% del gasto en motor. El Mundial no empezará hasta el 7 de junio en Azerbaiyán.
El clásico del 1 de marzo en el Bernabéu, por ejemplo, fue el acontecimiento que movió más dinero este año en España, donde se gastaron 750 millones de euros en apuestas privadas en el 2018, el último año con el balance cerrado. De esa cifra, 355 procedieron de locales, mientras que la facturación online alcanzó los 395. Con un gasto medio de 62,5 millones al mes un parón de 60 días supondría ya unas pérdidas de 125 millones. “Es una ruina importante”, reconoce Alejandro Landaluce, director general del consejo empresarial del juego.
“La actividad presencial es nula. Todos los establecimientos han cerrado. En la web el bajón es considerable. Apenas hay eventos deportivos. Es verdad que siguen las apuestas, pero son mínimas”, reconoce a EL PERIÓDICO la patronal. Las apuestas deportivas aglutinan también a 6.000 trabajadores, que temen por sus puestos. Las compañías consultadas por este diario no han querido concretar sus pérdidas. Consideran que es prematuro, ya que depende de la duración de la cuarentena y de cómo reaccionen las federaciones.
Por ahora, toca reinventarse y buscar soluciones. En plena desesperación, la William Hill, compañía que opera desde 1934, llegó a plantear cuotas para la Liga Challenge española, el campeonato virtual benéfico promovido por el influencer Ibai Llanos, lo que causó muchas críticas en las redes.
Betfair, mientras, se centra en el ámbito político. Una de las apuestas favorita de la mayor casa de apuestas de intercambio del mundo son las elecciones de EEUU. En estos momentos, el demócrata Joe Biden, aún pendiente de las primarias de su partido, adelanta por primera vez a Donald Trump como favorito en un mercado que ya alcanza los 42 millones de euros. Queda mucho hasta noviembre, pero a falta de deporte, la carrera por la presidencia americana parece lo más emocionante.