«Llegué a engordar 25 kilos, no me lavaba y descuidaba mi higiene, empezó el descontrol con mis relaciones personales...», explicó el joven, «mis padres intentaban que me diera cuenta del problema pero yo les decía que estaban locos». Poco a poco la cosa fue a más, y acabó teniendo «discusiones muy violentas con mios padres, porque yo me ponía agresivo cuando intentaban quitarme la consola: lo único que quería era jugar, no escuchaba a nadie».
El psicólogo Blasco explicó que «cuando una persona se hace adicta de algo, ya sea una sustancia o algo conductual, tiene muchas más probabilidades para acabar siendo adicto a otra cosa». Por su parte, Lobato le contó a Cárdenas que para atajar el problema «se trata de educar y de saber usar la tecnología. Yo ahora me estoy rehabilitando y vuelvo a ser una persona diferente. Jugando a videojuegos perdía totalmente la noción del tiempo, a veces ni veía el sol».
«Llegué a engordar 25 kilos, no me lavaba y descuidaba mi higiene, empezó el descontrol con mis relaciones personales...», explicó el joven, «mis padres intentaban que me diera cuenta del problema pero yo les decía que estaban locos». Poco a poco la cosa fue a más, y acabó teniendo «discusiones muy violentas con mios padres, porque yo me ponía agresivo cuando intentaban quitarme la consola: lo único que quería era jugar, no escuchaba a nadie».
El psicólogo Blasco explicó que «cuando una persona se hace adicta de algo, ya sea una sustancia o algo conductual, tiene muchas más probabilidades para acabar siendo adicto a otra cosa». Por su parte, Lobato le contó a Cárdenas que para atajar el problema «se trata de educar y de saber usar la tecnología. Yo ahora me estoy rehabilitando y vuelvo a ser una persona diferente. Jugando a videojuegos perdía totalmente la noción del tiempo, a veces ni veía el sol».