En una ocasión, el joven se cabreó con su padre por regañarle y comenzó a lanzar piedras contra los cristales de los vecinos. Fue llevado a comisaría pero puesto en libertad a las pocas horas, donde le volvieron a aconsejar que tratara su problema de adicción.
Esa misma noche al regresar a casa el joven desoyó los consejos y siguió jugando, ante la insistencia de su padre que volvía a regañarle y le pidió que se fuera a la cama. Unas horas más tarde, a las 5 de la mañana, Raghuveer se levantó, encerró a su madre en una habitación, y acudió hasta donde estaba su padre para cortarle una pierna y finalmente decapitarle.
Las autoridades acudieron al lugar ante la llamada de la madre, pero no pudieron hacer nada por salvar la vida del hombre. El joven fue llevado a comisaria acusado de homicidio.
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Son espacios por tanto oscuros, ya que, según otra de las integrantes, Natasa Lekkou, “esto es lo que funciona en los ludópatas. Si, por ejemplo, pones una tragaperras en un sitio abierto no va a funcionar porque no existe ese aislamiento. En un espacio abierto, tendría menos impacto en el jugador que en espacios con una mayor privacidad. Es un paralelismo con ver una peli porno, estoy haciendo algo que sé que es un poco malo, pero tengo una necesidad de hacerlo y de estar solo”.
La arquitecta griega Lekkou, resalta que estos “no son espacios para socializar. Son juegos para ir solo y estar en soledad. Están relacionados con la soledad en las ciudades. Son para el individuo y para gente que se siente sola y no tiene o no encuentra una motivación real en la vida, invierte su tiempo en algo que le puede generar placer. No hay asientos para sentarte con más gente, hay una sola silla por máquina. El bar suele estar separado de la zona de juego, porque el espacio de los juegos es individualista, y la barra es el espacio de socializar. La zona de juego está solo pensada para que cada uno vaya a un puesto. Además, para poder consumir, tienes que jugar, y luego incluso te invitan a la bebida”. “Estos espacios no dan pie a compartir mucho” aporta Leonor Martín.
El joven arquitecto indio, Akshid Rajendran, cree que la concepción actual de los salones de juego ha cambiado, ya que según él “antiguamente las ruletas estaban diseñadas para jugar con varias personas y socializar. Pero ahora no. Ahora los jugadores tienen una pantalla individualiza para cada uno. Estos elementos de diseño de concentración, favorece la ludopatía. Da igual la marca de la casa de apuesta, todos repiten estos elementos”.
En comparación con la situación de su país, la arquitecta griega señala que “en Grecia, es todo lo contrario. La gente va a socializar, como lugar de encuentro. Hay mesas redondas en el centro para socializar. Incluso, no es como aquí, ya que cada vez hay más mujeres también. No es un espacio para aislarte y simplemente jugar, es un espacio de paso para hablar con tus amigos, vecinos… y luego irte” y se sorprende con la situación de las tragaperras en España: “En Grecia nunca ha habido máquinas tragaperras, por ejemplo, y ahora las están introduciendo, pero a la gente les parece mal e incluso se han movilizado para que las quiten porque, por un lado, creen que no tienen sentido en esos espacios, y por otro lado, creen que ensucian el ambiente. No es un elemento bien visto en una capital como Atenas”.
En cuanto a la legislación del país heleno, señala que es diferente a la de nuestro país: “Para empezar, estos espacios son estatales y está controlada la manera de cómo se diseñan estos espacios. Además, los casinos no están dentro de las ciudades. Están legislados para que estén a las afueras. Tienes que desplazarte para poder ir. Incluso, es obligatorio que dos de las cuatro fachadas tengan vistas a la calle”.
Al ser preguntada por la oscuridad propia de estos sitios, Martín comenta que “las fachadas son opacas para que desde el exterior no se sepa lo que está ocurriendo dentro. El único acceso de luz es la puerta. Además, la fachada suele tener diferentes filtros, no hay una entrada con una visión amplia del espacio, nunca al entrar tienes una visión completa del lugar. Ciertas fachadas permiten ver solo las pantallas de televisión que emiten eventos deportivos, a modo de reclamo, pero nunca a las personas que hay dentro”.
Issues!Office denuncia que dentro de estos espacios existe una especie de atemporalidad, de pérdida de noción de tiempo. Leonor Martín lo explica de la siguiente manera: “Dentro de estos espacios el tiempo se para. No sabes las horas que han pasado porque no hay luz natural. Tampoco hay presencia de relojes. Pierdes la vinculación con el exterior”.
"En primer lugar siempre están las apuestas deportivas, en segundo lugar, las ruletas"
Además, señala que en este tipo de espacios también es importante donde se sitúa cada máquina de juego, ya que unos generan mayor privacidad que otros y esto se retroalimenta con la noción de tiempo. Así, ellos han detectado que en espacios con varias modalidades de juegos de azar y apuestas, “en primer lugar siempre están las apuestas deportivas, en segundo lugar, las ruletas, y en último lugar las tragaperras. Esto suele estar asociado al tiempo que está un jugador en este tipo de modalidad. Las apuestas deportivas son más rápidas y en las tragaperras sueles estar más tiempo jugando. Cuando hay bingo, está en el último lugar. Es a donde más te cuesta llegar porque es donde más tiempo vas a pasar”.
Algo que según ellos está intrínsecamente relacionado con el tiempo en los salones de juegos es la comodidad de los mismos. Martín señala que “los asientos son bastante cómodos, de cuero y acolchados. Puedes estar sentado una hora perfectamente sin que te entre la necesidad de irte. El uso de la moqueta está asociado a no ser molestado. El sonido está bastante controlado con el uso de la misma. Existe un control también de la temperatura, para que sea confortable. El consumo de comida y bebida gratis y el poder consumir tabaco dentro hace que no tengas la necesidad de salir al exterior. Es hacer sentirte como en casa” dice comenta Martín. “La moqueta es un elemento muy asociado a la comodidad. Da calor cuando hace frío o estamos acostumbrados a verlo en espacios de lujo.
Además, es un elemento que absorbe el sonido. Son espacios de relativo silencio. Fomenta un runrún de fondo, ya que cuando hay un silencio absoluto, es difícil concentrarte por completo. Además, si no existiera ese runrún, tendrías la sensación de estar jugando solo y entonces te preguntarías si estás varias horas solo. Siempre hay la sensación de sonido continuo que te envuelve y te hace sentir a gusto”.
Es llamativo, que mientras existe un exhaustivo control por parte de los trabajadores de estos establecimientos hacia los jugadores, existe un vacío de control parental en los mismos, que explica porque van tantos menores de edad a los mismos: “Existe un centro de control. Los camareros tienen cámaras donde ven en todo momento si la gente no está jugando, qué tal le va la jugada para invitarle a más bebida. Dependiendo del tamaño del lugar puede haber más de un punto de control para ver si los jugadores están jugando y como les va” explica Leonor Martín. “Es paradójico, porque la gente igual sabe que están totalmente controlados y grabados por cámaras, pero la gente va ahí para no ser vistos desde fuera” reflexiona Akshid Rajendran.
En referencia a la falta de control parental en estos lugares y el auge de adolescentes en los mismos según los datos, Martín señala que “la explicación es simple: para apostar de forma online necesitas una cuenta corriente, asociada a un mayor de edad. Sin embargo, en estos espacios no necesitas a tus padres para entrar, en la mayoría no te piden ni el DNI para poder entrar. Es un espacio de total privacidad, sin el control de los padres”.
Por último, todos coinciden al afirmar lo “dañino” que son este tipo de establecimientos para los barrios, haciendo una crítica de la publicidad que emiten de cara al exterior y la opacidad de los mismos en la arquitectura de los barrios.
Por un lado, afirman que el impacto visual de los mismos “no es lo más agradable para personas con problemas con el juego, ya que no deja de estar apelándoles y a relacionarlo con situaciones atractivas, sobre todo, cuando lo asociamos con figuras del fútbol. Sin ir más lejos Codere es patrocinador del Real Madrid y esto está presente” sentencia Martín.
Por otro lado, Lekkou denuncia la opacidad de los mismos: “Además, las fachadas de nivel cero, es importante, que para que se crea vida en el barrio, que no sean opacas y lugares abiertos. Por lo que estas fachadas son solo un muro. A nivel de vida social de barrio es malo. No puedes saber lo que ocurre dentro, bloquean la vista. Leonor Martín añade que “Estos espacios solo se comunican con un tipo de persona, la que está interesada en el juego. Pero para el resto de la población, es una especie de caja negra en la vida de nuestros barrios que no tiene mucho sentido”.
Por último, sentencia “que perjudica al comercio local. Frente a unos alquileres abusivos y comercios de toda la vida que no han podido reinventarse o que han sufrido la gentrificación, llegan este tipo de empresas con un gran capital y compran y reforman locales. Esto afecta la vida de barrio a nivel de comercio local. Además de ser un ocio privado. Que no revierte en la economía local ni fomenta las relaciones personales que genera el comercio tradicional.”
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Este vejeriego llegó a realizar entre 100 y 200 apuestas diarias, todas ellas en secreto. Bloqueó las cuentas bancarias para que su mujer, a quien hizo «maltrato psicológico», no pudiese acceder. Su primer hijo, que entonces tenía 10 años, era «un juguete de 10 minutos» para él: «Lo dormía, me ponía el ordenador por delante y todo eran apuestas y resultados; me daba igual que comiera o no, todo».
Hoy compara la adicción a la de «una droga»: «Cuando trabajaba y sabía que había un partido importante me generaba ansiedad el no haber apostado. Si conseguía 5 euros para invertir ya me quedaba tranquilo». Así pasó cuatro años, hasta que su mujer lo descubrió. Fue gracias a la directora de su sucursal de banco, quien le advirtió de la situación: tenían 18 préstamos de un total de 40.000 euros y varias de sus propiedades, incluida la vivienda, estaban amenazadas.
Su mujer había vivido de espaldas a la realidad durante años. Dolida por las mentiras, le ayudó a empezar en terapia con la asociación de Jugadores de Azar en Rehabilitación (JARCA) del Campo de Gibraltar. «Para mi todas las personas no eran más que cajeros automáticos. No sé de dónde sacó las fuerzas», reconoce el ex adicto. «El enfermo es el jugador pero el familiar en la mayoría de los casos se encuentra con una enfermedad que no conocía», explica David Díaz, presidente de JARCA.
Germán se sorprendió en la primera sesión. Él era el único que estaba allí por apuestas deportivas y el resto, adictos al bingo o las máquinas, podrían ser su padre; algunos le doblaban la edad. Sin embargo, habían perdido una cantidad de dinero mucho menor que él y, sobretodo, se sintió reconocido en las vivencias narradas. En ese momento se dio cuenta de la gravedad de su problema: él también era adicto al juego.
«El perfil de jugador es cada vez más joven por las apuestas online y deportivas. Parece que el que no apuesta no está dentro de la onda. Además, antes cuando jugabas te metías en una máquina y te gastabas 600 euros en muchas horas; hoy puedes hacer una apuesta en cinco minutos y gastas 500. Ahora el instrumento lo tenemos en la mano y con un móvil podemos acceder sin restricción a todo», explica Díaz.
Los usuarios que llegan a JARCA con problemas derivados de las apuestas online conviven con una doble adicción: la ludopatía y la adicción a las nuevas tecnologías. «Hay jóvenes a los que les hemos dicho: ¿Quieres dejar de jugar? Pues deja el móvil. Y han dicho ‘me voy, yo no tengo ningún problema’», añade.
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