Otras ‘Quinielas’ que ha intentado introducir en el sistema de apuestas el organismo estatal, han sido la Quiniela de Champions League o el Quinigol. Sobre la primera de ellas, la lotera de la Administración de Emilio Ferrari asevera que pasa inadvertida para la mayoría de los clientes. “El 90% de la poca gente que hace esta apuesta es porque yo se lo intento ‘vender’, pero no suele conocerse habitualmente”, se resigna. El Quinigol, un boleto en el cual debes acertar el número de goles que va a marcar el equipo, tampoco ha tenido tirón. “El primer año había más juego, pero poco a poco se ha convertido en una apuesta residual, por no decir la más”, señala María.
Si el declive de la Quiniela ha sido fulgurante, todo lo contrario ha ocurrido con las casas de apuestas. Las salas de juego o los sitios on-line se han convertido en una opción más que apetecible para los usuarios dispuestos a apostar su dinero. La posibilidad de combinar cientos de partidos de diferentes Ligas y una amplísima gama de resultados, goleadores, posesiones o incluso lanzamientos hacen que los apostantes cambien el 1-X-2 por la atracción de la cuota.
Además, el idilio de LaLiga y de La Quiniela, que se terminó por romper hace dos años. Loterías y Apuestas del Estado era patrocinadora de la competición doméstica hasta que llegó un gigante de las casas de apuestas y le ha quitado ese patrocinio. “La publicidad nos está haciendo mucho daño a los que vendemos la Quiniela. Los espectadores son bombardeados en cada partido con los anuncios de Sportium y eso se ha notado”, insiste María.
Basta con ver los resultados cosechados de las casas de apuestas para comprobar que la Quiniela sufre momentos complicados. En el pasado año, la Dirección General de Ordenación del Juego ofrecía unos datos demoledores del gasto en España en apuestas deportivas. 33.396 millones de euros, lo que supone un 11,5% más que en 2015.
Este vuelco tiene mucho que ver con la cuestión generacional. Debutaron hace poco tiempo, pero se han convertido en imprescindibles en el nuevo esquema que se ha dibujado en el mundo de las apuestas. La generación ‘Millenial’ ha decidido no contar con la Quiniela para hacer sus apuestas a través de los dispositivos electrónicos. “Los jóvenes, además de hacer las apuestas desde los dispositivos, prefieren apostar en directo y no tener que esperar todo el fin de semana para saber si ganan o no”, explica Jefferson, responsable de un establecimiento de una de la infinidad de casas de apuestas que abarrotan la calle Alcalá.
Siguiendo el hilo, no podemos negar que de algún modo u otro a todos nos gusta apostar por algo, de hecho, la vida misma es una apuesta constante en muchos aspectos. En lo que toca a los juegos de azar, la ilusión de ganar un premio nos induce a adquirir, por ejemplo, un boleto de Lotería, Kino o de algún sistema de apuestas, mientras que otros jugarán en las máquinas tragamonedas, ruletas o cartas en el Casino. Estos últimos años han surgido las populares maquinitas con bandejas de monedas que vemos por doquier, rotuladas “de destreza”, pero en la práctica tragamonedas simplificadas. Su explosivo posicionamiento aumentó la oferta de juego a lo largo del territorio nacional, lo cual implica que muchos ludópata potenciales, ahora tienen al alcance de la mano el elemento para desarrollar la enfermedad. Nuestra revista estima oportuno advertir a sus lectores sobre este tema, dada la masificación de estas máquinas, que en teoría no tendrían nada de malo si los apostadores fuesen personas normales, pero serían un peligro para los potenciales adictos al juego.
La ludopatía es considerada por la OMS una enfermedad, y al igual como cualquier otra adicción, comienza en forma solapada, incubándose en la complejidad de nuestra mente la asociación juego – premio – felicidad. El futuro adicto al juego comienza apostando por entretención y al cabo de un tiempo experimenta un impulso incontenible y cada vez más intenso de jugar, superior a su fuerza de voluntad y a lo nocivo que puede resultarle. Estos enfermos están generalmente consientes del daño que se ocasionan a sí mismos y a su familia, pero la enfermiza ilusión de ganar es más poderosa que el peligro de generar su ruina económica y familiar e incluso, de delinquir para lograr el dinero que permita continuar apostando.
El tratamiento del ludópata es difícil, con un porcentaje significativo de reincidencias, como ocurre habitualmente con cualquier adicción. Los terapeutas deben convencer al paciente que sufre una enfermedad, señalando los daños que se ha causado a sí mismo y a su familia. También deben advertirse los efectos negativos sobre el trabajo (bajo rendimiento, desatención, despido).
Paralelamente es necesario explicar que la ansiedad, el insomnio e incluso las ideas de suicidio que el ludópata padece, son producto de las calamidades que su enfermedad está causando. Los especialistas consideran que el apoyo de la familia es fundamental en la rehabilitación de estos pacientes.
Este documento constituye una completa referencia estadística de la industria del Juego en España, con referencias que permiten una visión precisa y fiable de la evolución de los diferentes sectores que la configuran.
Read more: Publicado el Anuario del Juego de la Fundación CODERE