Los policías nacionales observaron que el pequeño estaba medio dormido. Las ventanillas se encontraban subidas y no había adultos alrededor. Aparentemente, estaba solo. Para colmo, las puertas del vehículo se hallaban abiertas, lo que incrementaba el riesgo para el menor, según explicaron las fuentes consultadas.
Los agentes accedieron al coche y comprobaron que el crío se encontraba bien. Trataron de localizar a su familia por la matrícula del turismo, pero todas las gestiones realizadas en las bases de datos policiales resultaron infructuosas.
Al cabo de un rato, una pareja salió del casino y, al ver a la patrulla, corrió hasta el vehículo. Los funcionarios identificaron a ambos y verificaron que ella era la madre del pequeño. Tiene unos 30 años y es alemana, al igual que su pareja.
Según las fuentes consultadas, la mujer manifestó a los agentes que se había sentido indispuesta y que había tenido que entrar a los baños del casino. Sin embargo, los policías comprobaron que llevaban encima fichas para postar por valor de 5.000 euros.
Ante esta evidencia, y dado el tiempo que se habían ausentado (unos 40 minutos), los agentes acudieron al casino para entrevistarse con los empleados con el objetivo de chequear su versión. Al parecer, tras hablar con varios trabajadores, descubrieron que habían estado jugando en varias mesas, concretamente, en la ruleta y el blackjack.
Con todos los indicios que había contra ellos, los policías leyeron los derechos a ambos como detenidos por un presunto delito de abandono temporal de menor. No obstante, a ella la dejaron en libertad -aunque advirtiéndole de que debía comparecer en el juzgado cuando se la citara- para que se hiciera cargo de su hijo, ya que estaban pasando unos días de vacaciones en Marbella y no tenían familiares cerca que se pudieran hacer cargo del niño.
Desde 2011 está activo en todo el país el el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego, ahora competencia del Ministerio de Consumo y que cuenta con 56.329 personas a fecha de 31 de diciembre de 2020. Un cuarto de esos inscritos son andaluces, concretamente 13.811, el 24,52% del total. El porcentaje supera en más de seis puntos el peso poblacional de la comunidad en España, pero también es llamativo que la segunda provincia con más personas registradas es Sevilla (4.333), sólo por detrás de Madrid (9.591).
Todas las personas que se embarcan en Andalucía en un proceso de rehabilitación por adicción a los juegos de azar debe apuntarse en este registro, pero no es necesario alegar este tipo de problemas para hacerlo. “Es un hecho simbólico;te comprometes a no hacerlo”, reconoce el presidente de la Asociación Sevillana de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Asejer), José Jímenez Medina, que admite que se trata de un “refuerzo positivo. “El primer paso es autoprohibirte y que te pongan limitaciones y trabas que tú no eres capaz de ponerte”, insiste, aunque admite que quien no es capaz de mantener este veto y opta por el juego ilegal disponible en internet.
La relevancia de este registro estatal ha crecido en los últimos años por el auge de los juegos de azar virtuales. En el año de la pandemia, con el consumo de internet disparado, todas las modalidades de juego online han crecido salvo las apuestas. Hasta septiembre, el bingo, el casino, los concursos y el poquer on line crecen respecto al mismo periodo de 2019 en cifras de dos dígitos, aunque el informe que cada año realiza la Dirección General de Ordenación del Juego todavía no está disponible. A este contexto de aumento de las prácticas hay que sumar la preocupación por la incidencia que tiene la adicción al juego en personas jóvenes y el impacto que tiene en zonas desfavorecidas, donde en los últimos años han proliferado los negocios del sector.
Jiménez Medina señala que las tragaperras siguen siendo el juego con “mayor cuota y ganancias”, ya que no está sujeto a los controles que hay en casas de apuestas o casinos. Sin embargo, la media de edad de las personas que acuden a pedir ayuda a entidades como la suya no ha hecho más que bajar en los últimos años y ya está en el rango de edad de los 20 a los 35 años. “Niños con 13 y 14 años nos confiensan que entran en las casas de apuestas; muchas veces le dan el dinero al mayor del grupo, que ya tiene la edad legal para jugar y hacen sus apuestas”, cuenta el responsable de Asejer, que asegura que llevan años llevando a los colegios e institutos campañas de prevención.
Cuando ya es demasiado tarde la adicción al juego en jóvenes puede provocar casos de fracaso escolar, ya que adquieren deudas incapaces de afrontar. “Buscan trabajo en un bar, a tiempo parcial, para financiar el juego y las deudas, pero acaban dejando los estudios porque las deudas siguen creciendo y tienen que trabajar a jornada completa”, relata Jiménez Medina antes de admitir que muchos vuelven a clase después de la terapia.
Al funcionamiento del registro estatal hay que sumar uno autonómico que funciona desde 1987 y que cuenta con 39.219 personas apuntadas, según el último dato actualizado, a 31 de diciembre de 2019. La labor de ambos es complementaria, ya que en controlado por la Consejería de Hacienda y Financiación Europea impide la entrada a locales físicos como casinos, bingos o salones de juego. Además, desde el 9 de enero de 2020 las sanciones por saltarse las autoprohibiciones pasaron de ser una infracción grave a muy grave, por lo que puede ser sancionada con multas que oscilan entre los 10.001 y los 300.000 euros.
En cuanto al juego online, los beneficios netos para el sector son elocuentes, según los cálculos de Consumo: de 229 millones de ganancias en 2013 pasamos a 749 en 2019. "Empecé jugando a la ruleta con 16 años, pero cuando fui mayor de edad y pude acceder a otros juegos, decidí especializarme", nos explica Alejandro.
El blackjack o el póker online fueron un cebo inevitable, y el universo emergente de las apuestas deportivas terminó por arruinar su vida. "Siempre fui futbolero, creía por eso que tendría más dominio, más seguridad". La espiral adictiva en la vida de Alejandro no había hecho más que empezar y apenas era un adulto.Al principio se juega por diversión, luego llegan las deudas y se juega para pagar las deudas, y luego "juegas pero ni siquiera pagas las deudas porque solo quieres jugar"… es la sucesión de capítulos que comparte este adicto con Sputnik.
Alejandro echó por la borda los ahorros familiares, sus primeros años universitarios en Málaga, perdió innumerables trabajos, rondó la "ilegalidad" para conseguir dinero y se quedó solo: "mi novia, mi hermano, mis amigos, todos se han alejado porque solo sabía mentirles. Tu vida, desde que despiertas hasta que duermes se basa en conseguir la manera de jugar, lo demás no importa, ni siquiera lo sientes".
"La adicción no se elige. Simplemente se es vulnerable o no", explica el doctor Néstor Szerman, especialista en Psiquiatría y presidente de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD). Alejandro, más que culpable o vicioso, según la ciencia, es una víctima.
El trabajo de Szerman es revolucionario ya que se focaliza en determinantes como el historial familiar en busca de antecedentes o trastornos mentales. Por otro lado, Szerman enfatiza que no hay que mirar las horas que se dedican al juego, sino el coste social y emocional. "Si un joven deja de lado a todo el mundo para jugar, es algo serio, ese es el verdadero barómetro, no el tiempo que dedica al juego".
Las investigaciones del SEPD revelan que el 96% de las adicciones al juego están ligadas a otros trastornos mentales como fobia social, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno obsesivo compulsivo, personalidad límite o psicosis.
La visión de Szerman es poco usual y rompe el esquema de que el hábito lleva a la adicción. "Que estemos más tiempo en internet no nos convierte en adictos a las redes, que nos atraquemos de copas durante un confinamiento no nos convierte en alcohólicos. Lo importante son otras determinantes individuales para hacer una persona vulnerable", explica. Las determinantes tienen que ver con la evolución cerebral que "nos puede hacer propensos a tener una diabetes, por ejemplo, pero también una adicción al juego".Pero aunque la propensión al juego que generan los condicionantes biológicos individuales, hay además factores de riesgo sociales. Y por ellos, individuos como Alejandro tienen más papeletas de cargar con la adicción.
Por un lado, Alejandro es un hombre. "La adicción se da en proporciones de 3 a 5 hombres por 1 sola mujer, por cuestiones evolutivas y biológicas", mantiene Szerman. El cerebro del hombre guarda un remanente de su pasado como explorador y cazador, por ello "tiene más impulsividad y una mayor necesidad de interacción social y el juego, se basa en la interacción social en esencia". El informe de Sanidad de 2019 confirma que los hombres apuestan en internet más que las mujeres: el 9,1% frente al 4,2%.
Y por otro lado, cuando Alejandro comenzó a jugar, aún era un adolescente. El cerebro de un joven no tiene problemas a la hora de asumir mayores riesgos, por eso, aunque tengan información y haya campañas, no detectan el peligro. La prevalencia de trastornos, dentro de las apuestas online, es mayor en diversos estudios que señalan que "las apuestas se han convertido en una nueva forma de ocio y hasta en una forma de actividad profesional".
Aunque es contrario a las prohibiciones basadas en prejuicios morales, Szerman sí valora las restricciones de acceso al juego para los más jóvenes por evidencias científicas, "por eso, tiene que haber protección para los menores, yo elevaría la edad legal para jugar a los 21 años".Tras más de 4 años girando su ruleta de la infortuna, Alejandro tocó fondo. Primero engordó hasta los 120 kilos por el sedentarismo del juego online y por todo el alcohol que las casas de juego sirven "gratuitamente" a los jugadores. Después perdió casi 40 kilos, "la casa de apuestas estaba junto al supermercado, así que el dinero de la comida lo jugaba".
Actualmente, gracias a la asociación de jugadores rehabilitados FAJER, ya no juega. "Seré un ludópata toda mi vida, eso no se cura. Por eso no digo que yo no volveré a jugar, solo digo que hoy no he jugado, un día más de libertad ganado". Lleva dos años colaborando con la propia asociación y se ha convertido en un activista contra el juego. Ha recuperado su libertad, decide qué hacer con su tiempo, y con su vida y sus queridos, "al menos puedo decir que he reganado el mayor premio posible, que es querer y sentirse querido".